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POR LAS CALLES DE LA CIUDAD (parte 2)

Al subirse Mario al asiento trasero, Martha se recostó subiendo sus piernas, en ese momento yo encendí el auto y sin que nadie dijera nada avanzamos por las calles de la ciudad. Mario empezó a acariciar las piernas de Martha y poco a poco su mano fue acercándose a la parte íntima de ella, primero con un poco de timidez, pero al ver que ella no oponía resistencia incrementó sus caricias y mientras él se bajaba a el pantalón, ella subió su vestido hasta la cintura, quedando lista para el embate por venir.
Mientras recorríamos las calles de la ciudad, mi amigo Mario ya con su herramienta erecta y fuera de su pantalón, se colocó arriba de Martha con la intención de penetrarla. Era difícil por lo reducido del espacio, pero con su ayuda, logró colocar su instrumento en la entrada de ella y de repente ella exclamó un gemido confirmando la penetración. Mientras tanto yo trataba de ver lo que pasaba por el espejo retrovisor, mi visión no era la mejor ya que estaba oscuro y solo cuando pasábamos por lugares iluminados veía algo de lo que estaba pasando, pero a pesar de no poder ver todo, si lograba escuchar.
Después del gemido inicial de Martha, con el que supe que la había penetrado, ella involuntariamente fue aumentando poco a poco el volumen de sus expresiones, ya que cada embestida que Mario le daba era acompañada de un gemido de parte de ella. Después de algunos minutos, la velocidad de las embestidas que Mario le estaba dando aumentaron y los gemidos se convirtieron en gritos descontrolados de placer. Martha estaba gimiendo y gritando sin control, emitiendo frases ininteligibles, con ambas piernas tocando el techo del auto, totalmente abierta recibiendo la verga de nuestro amigo.
Escuchando los gemidos de Martha y con el fondo musical que salía de la radio, yo estaba totalmente excitado. Desabroché mi pantalón y con una mano empecé a acariciar mi ya erecto miembro mientras que con la otra controlaba el volante del auto. Mario en silencio hacía su parte imprimiendo velocidad a su frenético meneo, provocando el aplauso de su cuerpo con el de Martha y ella exclamando "mmm, mmm, uuuf, haaa, haaa, mmm, ayyyy, ayyyy, uuyyy, uuyyy..." alargando cada vez más sus gemidos "haaaa, hoooo, mmmm, ouuuuu, ouuuu" hasta llegar al punto en que Mario vació su carga de semen en el interior de ella.
Por unos momentos hubo calma, después de quedar inmóvil sobre Martha por un breve tiempo experimentando los espasmos del orgasmo, Mario se incorporó y se sentó, pero Martha siguió recostada con las piernas abiertas continuando con un lascivo movimiento y ligero ronroneo vocal en señal de querer más, "mm, hoo, mm, hou, hou" eran los sonidos que ella emitía mientras seguía moviendo lentamente su cuerpo, Mario al ver que ella pedía más, le empezó a acariciar su parte íntima con la mano, primero despacio y por la parte externa, pero al escuchar que ella le pedía más, empezó a introducirle primero uno y después dos o tres dedos en un frenético movimiento masturbatorio.
Yo veía lo que pasaba por el retrovisor y de cuando en cuando alcanzaba a ver de reojo la acción. Y a continuación Mario retira su mano, se agacha un poco y como puede se acomoda para hacerle sexo oral. Como ya lo mencioné, yo observaba de reojo y podía ver cómo recorría e introducía su lengua en Martha, quien seguía entregada al placer que estaba experimentando. A continuación, Martha se incorpora, trata de componerse un poco el vestido, pero no puede por lo reducido del espacio y porque lo traía enrollado arriba de la cintura, así que me dice "¡qué bárbaro, ya se hizo tarde, ya debemos irnos" a lo que yo le contesté, "ok, si quieres ya nos vamos", Mario no decía nada pero empieza a tocar los pechos de Martha exclamando "que rico, que rico".
Martha reacciona a las caricias de Mario agarrando su pene, que con las caricias que ella le daba empezó poco a poco a retomar firmeza y fue cuando Martha se agacha y se lo introduce a la boca, iniciando una chupada que casi hace que me pase un semáforo en rojo. Yo estaba sorprendido y súper excitado, aún acariciando mi erecta herramienta y viendo por el retrovisor los movimiento9s de ella al introducirse en la boca, saborear y disfrutar el pedazo de carne que se estaba comiendo. Su cabeza subía y bajaba cambiando el ritmo, de repente el movimiento ascendente y descendente era lento y de improviso era rápido y frenético para después volver a a ser lento, muy lento y de nuevo acelerar cambiando el ritmo.
Mario empezó a gemir y levantando las manos se agarró del techo, era evidente que estaba a punto de eyacular de nuevo, pero ahora en su boca. Tal vez previendo lo que venía, ella disminuyó el ritmo y se incorporó, dejando libre la herramienta de Mario, quien no atinaba a decir nada y seguía agarrado del techo y con la cabeza hacia atrás. Después de unos instantes, Martha me dice que tiene sed y le paso una botella con agua, lo que sirvió para una breve pausa. Que no duró mucho, ya que después de tomar agua, Martha le dice a Mario "no te muevas" y se coloca sentada arriba de él, obviamente con la verga adentro. Y empieza un movimiento ascendente y descendente,primero lentamente pero paulatinamente el ritmo que ella imponía iba en aumento, así también sus gemidos, que fueron tomando fuerza y poco a poco se fueron entremezclando con los que empezó a emitir Mario.
Para entonces yo estacioné el auto, de plano me voltee para verlos y de pronto en el interior del vehículo había una sinfonía de lujuriosos gemidos hasta que Mario empezó a gritar a todo pulmón "me vengo!!, me vengo!!, ya no aguanto!!!" a lo que Martha se acercó a mí y empezamos a besarnos mientras ella incrementaba la velocidad de sus movimientos hasta que él pronunció un grito a todo volumen "Haaaaaaaaa", que se debió escuchar a varias cuadras de distancia, mientras Martha sentía los chorros de semen descargarse en el interior de su vagina acompañados de los espasmos propios de la eyaculación, y yo seguía besándola.
Después de esto, Mario quedó recostado hacia atrás en el asiento, exhausto, sin fuerzas para seguir moviéndose y Martha me dice, "ahora si, ya nos tenemos que ir", Mario seguía sin moverse y así continuó hasta que llegamos al lugar donde estaba su automóvil. Me estacioné y los tres nos bajamos, después de una breve despedida como si no hubiera pasado nada, Mario se subió a su carro todavía trastavillando, nosotros al nuestro y cada quien se fue a su casa.
En el camino a nuestra casa, platicando lo que había pasado, Martha me dice con una sonrisa en el rostro "qué bárbaro, esto si que no estuvo planeado", y efectivamente no lo planeamos de esta manera, sin embargo fue una situación súper excitante que nos enseña que no debemos de cerrarnos a vivir y experimentar nuevas e inesperadas experiencias. Por mi parte, me gustó y espero y pronto poder escribir una nueva historia cumpliendo una nueva fantasía. Y por parte de Martha, también.



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