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A escondidas con el uber

Habíamos quedado de vernos aquella tarde. Conocí a Jaime en la página y resultó que manejaba un Uber. 

Llovía cuando paso por mi, llevaba cubrebocas gorra y lentes obscuros, igual que yo,como habíamos quedado ya que no queríamos vernos la cara. Subí a su auto con una gabardina y pantalones deportivos, quería ir ligero para poder maniobrar en el asiento de atrás. Comenzó a manejar, cuando llegó a la autopista ya había oscurecido y la lluvia no paraba. Yo saqué una máscara de latex de la gabardina, un dilatador y lubricante. Después de ponerme la máscara me desnudé para quedar solo en tanga roja con ligueros negros, soy delgado pero nalgón así que se me ven muy ricos. Jaime mientras manejaba se sacó la verga ya hinchada de deseo acerque mis nalgas al borde de su asiento para que me tocara el ano lubricado, metió la mitad de un dedo y yo temblé de placer me recoste boca abajo en el asiento y el continuo jalandosela mientras conducía me  puse en cuatro, empape el dilatador de lubricante y me lo clave despacio en el ano mientras Jaime miraba mi culo abierto por el retrovisor. El motel estaba cerca y nos orillamos en un lugar obscuro de la carretera me las arreglé para acercar mi boca a su palo tieso y caliente para saborearlo con una mamada profunda, estaba delicioso y en su punto, le hubiera pedido que me culiara ahí mismo pero sabía que valia la pena la espera. Me puse solo la gabardina, y con la máscara puesta salí del auto en medio de la lluvia la tierra estaba mojada y fría y sentía el dilatador entre las nalgas abriendo mi esfinter. Jaime apretó un botón y se abrió la cajuela, de inmediato entre en ella y la cerré desde dentro cuando quede a obscuras y el auto empezó a moverse me exite aún más así me saqué y metí el dilatador varias veces entre temblores de placer. Fue un tramo corto lo que avanzamos, no más de tres minutos. La lluvia sobre la cajuela ahogaba mis latidos agitados. Alcance a oír a Jaime pedir la habitación  en la caseta del motel. El auto comenzó a moverse despacio y después de un par de vueltas se detuvo. Escuché como la puerta del garage se cerraba detrás y como Jaime salía del auto. Me inquiete un poco por qué no abría la cajuela ya que tomo su tiempo. Escuchaba tela que rosaba y el sonido de un ziper. Al fin la cajuela se abrió y pude ver a Jaime en la penumbra del garage del cuarto de motel desnudo y con la máscara puesta. En seguida tome su verga entre las manos y me la comí entera, sentí como se iba endureciendo de nuevo. Jaime con sus manos masajeaba mis nalgas y manipulaba el dilatador, yo sentía delicioso como me masajeaba el ano y me introducía aún más su miembro caliente en la boca. No pude más y me voltee para ofrecerle mi culo abierto, haciendo la tanga a un lado me lamió y mordío las nalgas que yo abría con mis manos. Despues de darme un par de duras nalgadas me sacó el dilatador con los dientes y metió un pie a la cajuela mientras se apuntalaba con el otro en el suelo y desde esa posición un poco más alta que mi ano se dispuso a penetrarme. Podia oler el latex mezclado con el delicioso aroma de su verga sudada que comenzó a clavarme despacio. Pude sentir como sus manos tomaban mi cintura curvando mis caderas para recibir su miembro que resbalaba por las paredes de mi ano dilatado, caliente y resbaloso. Despacio fue penetrando mientras ambos gemiamos de placer. Yo pujaba para poder recibirlo entero, quería sentir sus huevos peludos rosandome las nalgas. Al fin entro completa y desde ahí empezó a bombearme, yo babeaba de placer al sentir sus embestidas y su delicioso cuerpo chocando contra el mio pude sentir como su estaca se endurecía más y estaba a punto de explotar. La suspensión del auto rechinaba mientras me empujaba el tolete hasta la raiz. La sacó de pronto y sentí como el esfinter se quedaba pasmado y abierto y pude sentir su lengua recorriendo sus paredes enrojecidas. Me dió una buena delgada y me dijo que subieramos al cuarto salí de la cajuela y me acerque a su cuerpo sudado, acaricie su pecho desnudo y lo lamí hasta el hombligo, después me incorpore aprete su verga con mis manos mientras entrelazabamos nuestras lenguas. Nunca había besado a un hombre pero estaba tan caliente que no pude reprimir el impulso.
Subí por las escaleras al cuarto, el me seguia detrás. Podía sentir su mirada en las nalgas y las piernas que goteaban de lubricante. Y mojaban la tanga y los ligueros. Entramos al cuarto no me dejó prender la luz y me arrimo su miembro caliente al culo. Así me llevo hasta la cama. Caí boca abajo y sentí todo su cuerpo sobre el mio sus pelos en mi espalda. Con sus piernas abrió las mías y paré las nalgas para recibir su carne por segunda vez. 


 Pronto la segunda parte de esta caliente historia.