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Historias y Relatos Swinger
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Mi experiencia como amante de planta
Desde hace tiempo quería escribir esto para compartir con mis amigos y la
comunidad mi experiencia y el gusto por el ambiente. Sin más preámbulo y
esperando poder capturar su interés, comparto mi historia. Resulta que
hace un poco mas de 2 años conocí a una pareja muy agradable. Ella una
mujer muy hermosa y joven, de 27 años con un cuerpo de infarto, unos
senos riquísimos, naturales, grandes, una cintura diminuta y unas nalgas
de campeonato, toda una belleza, sabor a pecado; Él, un caballero de
más de 30 que buscaba desde hace tiempo cumplir con su fantasía: ver a
su mujer en los brazos de otro hombre.
Prácticamente sin
experiencia y buscando contacto con un tercero, coincidimos y nos
conocimos. Desde un principio les agradé, compartimos número de contacto
y comenzamos a conversar, primero con él y después con ella. Una par de
semanas después tuvimos nuestro primer encuentro, sobra decir que me
gustó y que ella me fascinó.
Nuestro primer trío fue una
experiencia muy grata y de muy buen sabor de boca para todos,
principalmente para mi jajajaja. pasaron los meses y tuvimos más
encuentros, tal vez 5 o 6 antes de que me propusieran ser amante de
planta para ella.
Las condiciones fueron simples: tener al menos dos
encuentros por semana con ella sola y una vez a la semana los tres.
Pero a pesar de sonar muy fácil, no lo fue.
Coordinar
agendas fue el primer paso, ella tenía tiempo en las mañanas muy
temprano y también a la hora de la comida, trabajaba relativamente a corta
distancia de su casa. Decidimos vernos martes y jueves por las mañanas,
con la opción de vernos a la hora de la comida, si se nos complicaba el
plan. Los fines de semana, viernes o sábado salíamos en trío y
disfrutábamos los tres.
Ella es una hotwife en toda la extensión
de la palabra, es una mujer muy ardiente y no tiene limite su
calentura. Si por ella fuera cojería todo el día, todos los días. El
lugar de nuestros encuentros fue su domicilio, su lecho conyugal, su
cama y eso me ponía a mil.
Yo también puse ciertas condiciones,
nada exigente, pero me permití darme unos gustos: Ella me
complacería en su atuendo, y yo seleccionaba lo que se ponía,
principalmente la lencería. Una noche antes de cada encuentro, ella me
llamaba delante de su esposo y me preguntaba qué atuendo quería yo, que
ella se pusiera para el siguiente día, la plática se tornaba muy caliente y
desde ahí no podía esperar para poder verla.
Al llegar a su casa
muchas veces me preguntó: cómo me veo?, te gusta ?, así esta bien? era
lo que esperabas? y casi siempre mi respuesta fue siiiii te ves hermosa.
Poco tiempo después, mi esfuerzo rindió frutos, y las concesiones se incrementaron.
La
exclusividad tuvo una ventaja: no usar condón y poder terminar en donde
yo quisiera. Casi siempre ,
primero terminaba en sus nalgas o en sus senos, pero el segundo.. muchas
veces fue teniéndola bien ensartada, con mi miembro erecto y adentro de ella y me
encantaba ver como le escurría mi semen cuando se la sacaba.
Muchas
veces la excitación era tan grande y el tiempo tan corto, que solo le
bajaba la tanga y se la dejaba ir, sin compasión, la inseminaba y luego ella
con una deliciosa mamada extraía hasta la última gota de mi semen. Se
ponía la tanga y con las prisas manchaba sus faldas al sentarse en el
auto camino a su trabajo.
Una vez, su esposo me comentó: ya ni
la chingas, se los dejaste ir a media pepa... se le escurrieron en
su falda y en las medias. En otra ocasión me dijo.. gracias por el
regalito, pero cuando te cojas mi esposa en mi cama, procura no escurrir
la colcha.
Le encantaba que tuviera a su esposa bien cojida, ella le contaba todo lo que hacíamos y eso lo excitaba mucho. Algunas veces él llamaba cuando sabía que estaba yo con ella y que estábamos cojiendo, ella le contestaba lo ponía en altavoz y escuchaba toda la acción. Le encanaba escuchar como me la mamaba y los gemidos que hacía cuando se la metía, se imaginaba todo y eso lo prendía muchísimo.
Al regresar de trabajar, ella le platicaba a su esposo como se había portado y lo bien que la había pasado y él se la cojía durísimo también.
Fueron 6 meses y poco a poco el cansancio se hizo evidente.
Y
así como empezó, también se terminó, seguimos siendo buenos amigos,
pero ahora la distancia es mayor. Ellos cambiaron de residencia y ya no
fue posible seguir viéndonos.