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Luces en la carretera

Hola mi nombre es María Fernanda y como lo menciono en nuestra descripción somos nuevos en este ambiente. Aunque no hemos tenido ningún encuentro aun, me gustaría narrarles nuestras aventuras y fantasías como pareja. Me llena de morbo el que me escriban cosas lujuriosas pero con clase, que fantaseen conmigo y exhibirme en fotos y por medio de la cam a sabiendas que hay alguna pareja, chica o chico del otro lado masturbándose pensando en mi y en como me haría gemir. Sin mas preámbulo les escribo una historia de sexo y exhibicionismo.

Eran cerca de las 3:30 am, mi esposo y yo habíamos bebido suficiente vino para una noche. Entre el último tinto y las canciones de Sabina nuestros juegos por debajo de la mesa se empezaban a volver un tanto más que evidentes. Mi pantaleta estaba húmeda y mi sexo hambriento. La verga de mi esposo estaba queriendo escapar de su cálida prisión y mis pezones ya dibujaban un par de puntos coquetos en mi vestido.

Nos despedimos de nuestros amigos un tanto mas aprisa de lo ordinario. Arrancamos y no se si mis ganas o el vino hicieron que me desbocara por desabrochar el cinturón del pantalón de mi esposo, bajarle la cremallera y sacar su en ese momento jugosa herramienta para empezarla a mamar.  Pasamos la caseta de seguridad para salir del fraccionamiento y sólo escuché como mi esposo sonó en claxon y se despidió de los guardias con un "Gracias, buenas noches...". El saber que es era muy muy probable que los vigilantes me habrían visto con la cola parada y empinada mamándosela a mi esposo me ponía a mil.

Mi lengua juguetona hizo bien su trabajo y mi esposo no pudo aguantar más. A media carretera estacionó el carro, puso las intermitentes, se quitó el cinturón de seguridad y bajó para irme a buscar del lado del copiloto. Me sacó bruscamente y me puso en el cofre con la cola parada. Mi sexo húmedo devoró su verga palpitante. Sus embestidas me hacían gritar, en poco menos de 3 minutos los autos empezaron a pasar y yo solo agaché la cabeza mientras el seguía metiéndome su báculo. Los claxon pitaban en señal de aprobación o simplemente morbo por descubrir a un par de cuerpos calientes invadiéndose mutuamente.

El orgasmo llegó como señal de gloria. Mis muslos empezaron a escurrir su leche caliente y los residuos de mi tercer orgasmo hacían que un escalofrío sacudiera de la punta de mi clítoris hasta mi cabeza y explotara.

Nos subimos nuevamente al auto, pusimos una canción de Los Aguas Aguas a todo volumen y nos dirigimos a casa para que ahora mi culito fuera llenado de leche.

Así fue nuestra aventura de luces en la carretera. Gracias por leer, espero les haya gustado y ojalá y me comenten mucho. Saludos y que tengan un hermoso día.