Historias y Relatos Swinger

historias reales de nuestros usuarios

Historias y Relatos Swinger

Conoce las historias calientes de nuestros usuarios.


La primera experiencia HMH

Ya teníamos tiempo buscando concretar algún encuentro pero por cualquier circunstancia no podíamos dar el paso. Un sábado me decidí y dije: No pasa de hoy sin que mi mujer le entregue el culo a otro.


Empezamos a fantasear con la idea de un trío HMH durante el último embarazo de mi mujer. Vale la pena aclarar que durante ese periodo mi amada esposa se la pasó caliente durante prácticamente nueve meses, desarrollando un particular gusto por chuparme la verga con una voracidad que no le conocía durante nuestros años juntos. Fue precisamente en esos tiempos que le fui inculcando la idea de que una verga, sobre todo una regular como la mía, no era suficiente para saciar su apetito, así que con la ayuda de un consolador de buenas proporciones (+20 cm) realizamos su primer doble penetración con satisfactorios resultados: Ella de perrito con mi verga en el culo y el miembro de silicón llenando su vagina. Vaya cogida tan memorable. Semejante éxito solamente reafirmó nuestro interés en la necesidad de llevar a cabo un encuentro HMH. Después de todo, si un consolador la pone así, una de carne la va a volver loca.

Así que regresamos al inicio. Habiéndome decidido a abrir las nalgas de mi querida y malcogida esposa para que otra verga le diera el placer simultáneo en una doble penetración, arreglamos un encuentro con un seguidor de Twitter y tomamos las previsiones para concretar la cita. Desde luego, con unos tragos antes facilitaríamos bastante las cosas. Si bien mi hermosa esposa es bastante caliente, una cosa era darle rienda suelta a la fantasía y otra muy distinta volverla realidad.

Ya en el hotel, con unos tragos encima y con los nervios de mi mujer a flor de piel, empecé besándola y acariciándole los pechos, grandes y duros a causa de la lactancia, mientras el invitado acariciaba sus piernas y poco a poco iba metiendo mano entre su vestido. La desnudamos y acomodamos a gatas, yo del lado de su cabeza con la verga de fuera y apuntando a su boca y el single con su cabeza enterrada lamiendo su vagina. No duramos mucho en esa posición, rápidamente se enfundó el condón para empezar con las arremetidas, mientras mi hermosa esposa ahogaba los gemidos de placer con mi verga en su boca. Duramos unos minutos así para calentar apropiadamente a semejante hembra, y luego nos decidimos por dejar que ella montara al invitado mientras continuaba atendiendo oralmente a su marido. En esta posición alcanzó el primer orgasmo y ya cansada aproveché para acostarla boca arriba y continuar la faena en la posición de misionero. Ahora sería el turno del invitado para disfrutar de esa boquita y el de mi esposa de devolverle el orgasmo que le provocó.

No tardó mucho el invitado, quien habiéndose quitado el condón, le llenó de leche el pecho, al tiempo que yo me vaciaba en su vagina. Aprovechamos el tiempo para limpiar y reponernos, después de todo, la mejor parte estaba por venir. 

Retomamos la acción con toda la intención de hacer una doble penetración. Tal y como lo había planeado, yo me quedaría bajo mi esposa, penetrando su vagina al tiempo que separaba sus nalgas para dejar que el invitado le enterrase su verga en ese culito tan apretado. Vale la pena comentar que mi esposa nunca había entregado semejante privilegio a ningún otro hombre, ni tenía intención de conocer el placer anal hasta que la convencí poco antes de casarnos, por lo que el hecho de que por fin se lo iba a dar a alguien más me excitaba sobremanera.

La penetración no tuvo ningún contratiempo, ambas vergas se acoplaron perfectamente en el vaivén del acto y la cara y gemidos de placer fueron indescriptibles, mucho mejor de lo imaginado. Me gustaría decir que duramos mucho en esa posición, pero la verdad es que tanta excitación me hizo acabar en unos breves momentos después de empezar. Lo que siguió de ahí, fue ver como el invitado aprovechó para pegarle tremenda culeada a mi esposa. Vamos, que al amigo la pasión le borró la misericordia, y ese culo recibió con una furia inusitada, las embestidas que el marido jamás le dio. Uno pensaría que tras semejante rudeza lo normal sería que la victima trátase de liberarse del tormento, pero la puta de mi esposa estaba tan caliente que entre los gritos, indistinguibles entre pasión y dolor, lo que más resonó fue el QUÉ RICO, que soltó cuando el invitado alcanzó el orgasmo.

El acto, del cual solamente hago un resumen, después de todo esto aconteció ya hace varios meses, se saldó con los dos hombres del evento agotados y pidiendo tregua tras 3 y dos orgasmos entre el invitado y un servidor. En cuanto a la esposa nerviosa, con pena y miedo, esa misma que describo en el cuarto párrafo, terminó dos veces y se quedó con ganas de más. Esperamos la siguiente ocasión pueda darse algo con dos invitados.